domingo, 28 de agosto de 2011

FORMATEO DE CORAZÓN

Cuando cursaba mi secundaria recién aparecían las primeras computadoras, en esos tiempos no me imaginaba que existiera algo parecido a internet ( y muchas cosas serían distintas para mí, pero esa es otra historia o pretexto). Bueno, en esos días todo era a máquina de escribir. Sí señoritas y caballeros, con esas feas letras de aspecto carcelario por lo que los escritores y los aficionados a escribir tenían que elegir entre escribir a máquina o a mano.

Pensando en estas cosas se me vino a la mente lo difícil que sería para un poeta formatear su corazón. Los benditos papeles pueden durar décadas y la tinta puede persistir como esos recuerdos de amor imborrables ante el paso de los tiempos. A veces en ayuda de los pobres poetas surgía un incendio ante el cual renegaban y al final agradecían, pero no eran muy comunes y nuestro pobre poeta tenía que vivir con esos manojos de papeles por ahí escondidos pero existentes al fín, a los cuales volvía en sus recaídas amorosas.

En cambio hoy un simple y común apagón viene en nuestra ayuda quemando nuestro disco duro y se lleva al olvido horas de mazoquismo.

Para bien o para mal una computadora no distingue entre un escrito insípido de política y tu tan amado y odiado poema dedicado a esa chica especial.

En estas cosas estuve pensando mientras trataba de rescatar este poema que algún día escribí, poema sobreviviente a sucesivos formateos y apagones:


Como este verano, sin sol y sin luz
está mi corazón,
y una lluvia ligera va cubriendo
el camino que me separa de ti.

Y nuevamente una tarde de enero
se acaba ante mis ojos
sabiendo que existes,
como una verdad más grande que el cielo.

Se acerca la noche sin estrellas para mi
y se que pensaré en ti,
en tus ojos de caramelo
y en tu mirada de miel.

Tu eres mi verano
mi sol y mi luz
mi tarde de enero,
la única verdad que deseo

Tu eres mi cielo
la ternura que falta
y tus ojos frente a mi,
las únicas estrellas que quiero.

Escrita aproximadamente por enero del 2010

domingo, 7 de agosto de 2011

Puesta de sol


El otro día estaba viendo unas fotos muy bellas de una puesta de sol del facebook de una amiga y me recordé un poema de Abraham Valdelomar :

En su ventana moría el sol
y abajo lento cantaba el mar
y ella reía llena de amor
rubia del oro crepuscular
¡rubia del oro crepuscular!

No volvió nunca mi pobre amor
yo desde lejos la vi pasar
todas las tardes moría el sol
y su ventana no se abrió más
¡y su ventana no se abrió más!

Este poema lo leí cuando aproximadamente tendría unos 10 años y me causó profunda impresión y se me quedó grabada en la memoria sin querer queriendo. Me gustaría haber nacido con ese talento para expresar los sentimientos, sí, en verdad que me gustaría.